Ya sé que no es habitual que os traiga películas por aquí, a no ser que os comente alguna en relación a algún libro en que esté basada. Pero acabo de salir de ver «El artista y la modelo» y me apetecía compartir un par de impresiones.
En estos días en que cada vez más se empeñan en negarnos una educación artística y sensorial, es cuando más necesitamos este tipo de cine que nos despierten los sentidos. Decenas de veces he oído la frase «no me gusta el arte contemporáneo porque no lo entiendo», o «cuando veo un cuadro me gusta saber lo que veo». Que reconozcamos figuras antropomorfas o paisajes que identifiquemos con la naturaleza no significa que entendamos la obra. Ni lo que representa ni lo que el artista quería representar. Pero durante años hemos recibido una educación que nos enseña a ver y a mirar determinadas obras de arte, que nos ayuda a reconocer lo que se considera bello y lo que no.
Aquí tenemos una película, minoritaria (en blanco y negro, en francés y sin banda sonora ninguna, menuda osadía), que explica a la perfección lo que acabo de comentaros. Tenemos a un artista y tenemos a una modelo. El escultor que necesita inspiración de un desnudo para crear una obra. Pero la Idea, en mayúsculas, no llega.
La historia es reposada, la iluminación mediterránea y cálida (no es necesario que sea en color para apreciarla; es más, el que sea en blanco y negro ayuda a plasmarla mejor), el silencio sólo interrumpido por el canto de los pájaros o el agua de los lagos. Los enfoques de las obras con el modelo borroso de fondo son brillantes, la interpretación de Jean Rochefort no puede ser mejor, y todo ese halo de magia que rodea al estudio de un artista se capta a la perfección.
Es una verdadera lástima que estas películas sean tan minoritarias. Parece que tienen que darnos todo masticado y en el momento que una película nos hace pensar y nos toca el alma, es una película para público selecto. No nos enseñan a ver cine ni a apreciar este tipo de historias, y aún se empeñan en afirmar que la educación plástica en educación infantil, sobra.
Compadezco a nuestros hijos, que sin nuestra ayuda no sabrán mirar una obra de arte, ni apreciar la belleza de una puesta de sol, ni sentir los rayos de sol de una tarde de primavera. Esta película ayuda a conocer el proceso artístico, a ver cómo mira un artista, a comprender el proceso creativo de aquellas obras que nos emocionarán en los museos.
Si sois amantes del arte, os la recomiendo encarecidamente. Y si no lo sois, os la recomiendo aún más, para que os acerquéis a este mundillo que amamos tantos, y sobre todo para que disfrutéis de dos horas de deleite visual.
Me has dejado con ganas de verla. Tendré que buscarla. Gracias por la recomendación!
Besotes!!!
Pues habrá que verla entonces y ya vuelvo a comentarte 😀
La verdad es que no es una obra para todos los públicos: en blanco y negro, subtitulada y con un ritmo reposado que puede irritar a más de uno. Pero el que consiga entrar en ese mundo, lo disfrutará y saldrá del cine queriendo más. La ví hace un tiempo y disfrute tanto de la interpretación de Rochefort como de esa fotografia en blanco y negro como de el cuerpo de mi paisana Aida Folch (10 km separan nuestra ciudades de nacimiento) a la que Trueba permite que su personaje comparta ciudad de nacimiento con la propia actriz: Reus.
Gracias por recordarme tan buena película. Un abrazo.
Pues la verdad es que a veces se agradece algo de paz en el cine, ya que últimamente triunfa lo mas violento.
Me ha llamado totalmente la atención. Además, soy un admirador ferviente de este tipo de cine, en el que hay más de una joya visual subestimada por el público acostumbrado al cine comercial.