Las navidades en el barrio en el que me crié se parecen mucho a las de Marley estaba muerto. Demasiado. Me crié en un barrio marginal a las afueras, uno de esos barrios en los que los niños se criaban solos en la calle. Nosotros jugábamos en un prao, no en un parque con columpios. No podíamos salir con chanclas en verano porque en el prao había agujas y condones, y mucha porquería.

 

En mi calle había 9 casas unifamiliares y una de tres plantas. Y un establo con vacas que nos daban leche a todo el barrio. Teníamos una casa con un matrimonio mayor encantador, con hijos crecidos que solo venían a casa por Navidad. En otra, un matrimonio que no se soportaba con tres hijos, uno de ellos drogadicto; pero su madre ponía a caldo a todo el barrio para desviar la atención de toda la mierda que tenía en su casa. Teníamos un matrimonio con cinco hijos, con una madre déspota que por no dejar no dejaba ni conducir a su marido; una de las hijas tuvo un hijo al que le faltaban dos veranos, y soñando ser Supermán se tiró desde la ventana. No se mató, pero desde ese momento le faltó un verano más. También había una viuda que no hablaba con nadie y que nos pinchaba los balones cuando se nos colaban en su patio. Otra, la más bonita, estaba vacía; y cuando se nos colaban los balones allí desaparecían para siempre. Luego estaba la de los lecheros, donde vivían dos hermanos y una hermana que nunca se casaron con nadie y envejecieron juntos. De hecho, la mujer aún vive. Sola. Aunque su hija a veces viene a verla. En la más ruidosa vivía un alcohólico con su mujer y tres hijos; uno de los hijos está en la cárcel por pegar a su mujer. Le queda poco para salir, y la mujer está aterrada. En la siguiente, un matrimonio con cuatro hijos; uno de los hijos tiene una enfermedad mental, pero pocos los saben. Y una de las hijas se tuvo que ir a Asturias a abortar cuando estaba en el instituto para que no se enterase nadie. Ojalá su padre tampoco se hubiera enterado. En la última, la de los tres pisos, vivían distintos hermanos de una familia. Se hacían la vida imposible unos a otros, porque es lo que se hace a veces en las familias.

En mi barrio había una casa de 40 m3 en la que vivía una familia de seis miembros, sin cuarto de baño, solo un aseo, y se bañaban en la cocina en un barreño. En el jardín de otra de las casas apareció un yonki muerto un día, y gracias a eso conseguimos echar a los camellos del barrio con una operación policial que ni los GEOs. En otra entraron a robar, y aunque no lo decía nadie en voz alta todos sospechábamos quién había sido.

 

En Navidad tenías que pensarlo muy bien, porque el regalo de Reyes era el único regalo que podías pedir en todo el año, y el único que recibías. Los Reyes Magos empezaban a repartir los regalos en el centro de la ciudad, y cuando llegaban a las afueras a veces no quedaban regalos y algunos niños se quedaban sin juguetes. Hubo un año que yo tuve que hacer un pacto con Los Reyes, y como pedí un juguete muy caro ese regalo tenía que servir para dos años y al año siguiente no podía pedir nada. Y lo cumplí.

 

En las calles de Marley estaba muerto, hay un tío (pero tío de verdad, de hermano de tu madre) que se cree que siempre es Navidad, y cuando llega de visita en Agosto y no hay pavo o cochiniño o galets se pone hecho una furia porque en esa casa no hay de nada para celebrar la Navidad como Dios manda. También hay un hombre que se cuela en la casa de su ex por las noches, y piensa si matar a toda su familia. Hay un abogado que solo puede pensar en Laura, y en acosar a sus clientes por teléfono, y que quiere echar un polvo con una tal Mónica para no verla nunca más. Hay un Romeo y una Julieta, y una Ofelia. Por lo tanto no sabemos bien si estamos en Hamlet o nos hemos equivocado de obra. Hay una familia que echa tanto de menos a sus muertos que les invoca por Navidad para cenar; y a Elvis también. Y mujeres maltratadas, y gente que no entiende bien esas Navidades que salen en la tele porque para ellos no existen.

 

En Marley estaba muerto se refleja la Navidad y la vida de muchos de los que nos rodean. Ese tipo de Navidades que no son las que salen en las películas Norteamericanas, ni las que anuncia El Corte Inglés. Esas Navidades con problemas para llegar a fin de mes, en las que comprar regalos supone comer patatas durante un mes entero. Esas Navidades en que la gente no es feliz porque toca, y las que no siempre te apetece reunirte con tus seres queridos, porque después de todo no les quieres tanto. En que estas fechas señaladas no son tan señaladas, ni te aportan más que una sensación de vacío y soledad porque crees que los vecinos de al lado están pasando una Navidad con pavo, y gente con jerseys horteras con renos, y niños cantando villancicos. Pero en realidad, lo más probable, es que estén haciendo lo mismo que tú: cenar con los mismos de siempre, con un mantel un poco más vistoso, viendo programas espantosos en la tele, y yéndote a la cama no demasiado tarde que si no mañana estarás hecho polvo.

 

Marley estaba muerto es un libro de relatos. Lo mejor es que por lo que podemos ver al final no se escribieron para ser publicados juntos, pero Zanón ha conseguido dar unidad al volumen haciendo que unos y otros personajes salten de una a otra historia. Todo ello con el telón común de la ciudad de Barcelona, una forma de vida y unas costumbres de gente corriente, gente que malvive y que tira para adelante cada mañana porque no les queda otra. En muchas de las historias consigue aportar un toque de ironía y de humor negro que te arrancan una sonrisa, pero muchas otras son duras y tan reales que duelen.

 

Zanón lo vuelve a hacer con una historia de barrio narrada de una manera magistral. Podríamos incluir este libro dentro de un género nuevo y aparte, en el que poesía y relato van de la mano y entremezclan las características que les definen. Poético no es solo el estilo de Zanón, también lo es en su forma de contarte las cosas haciendo bello lo terrible, hermoso lo doloroso, cotidiano lo sublime.

 

Título: Marley estaba muerto.
Autor: Carlos Zanón.
Editorial: Serie Negra. RBA. (2016)
ISBN: 9788490566282
Páginas: 240
Precio: 12€.
Ficha del libro en Serie Negra.