««Todo esto no tiene ningún sentido.
No puedo aguantar más.
No puedo seguir adelante.
No quiero seguir adelante.»
Volvió a recorrer con la vista los objetos de la casa. Nada de lo que había allí era suyo. Del mismo modo que su vida no había sido nunca su vida.»

Yeonghye es una mujer corriente. Es tan corriente que a ojos de su marido lo único destacable es lo corriente que es. No es especialmente atractiva, ni especialmente inteligente. No tiene ningún tipo de encanto ni de rareza destacable. Bueno, una sí: no le gustan los sujetadores. Así que, sin importarle lo más mínimo que sus pezones sean el centro de las miradas de quienes la rodean, deja el sujetador en casa a la mínima ocasión. O lo lleva puesto, pero desabrochado.

 

Una noche su marido se despierta y descubre que Yeonghye está frente al frigorífico en un estado de aletargamiento. No parece estar dormida pero tampoco reacciona a las preguntas que le hace sobre por qué está ahí en plena noche. Tan solo es capaz de decir que ha tenido un sueño. Y ese es el comienzo de su declive. A la mañana siguiente Yeonghye sigue en la cocina. En esta ocasión, rodeada de bolsas y recipientes con trozos de ternera, cerdo, pollo, panceta, calamares, anguilas y todo tipo de restos animales preparados para ir directos a la basura. Incluso descubriremos que también se ha deshecho de los huevos y que no volverán a llevarles leche. Sí: Yeonghye ha decidido convertirse en vegetariana y que no vuelva a entrar ningún resto animal en su casa. Su marido no comprende nada, tan solo se siente furioso por el egoísmo de tamaña decisión. Pero ella afirma que él tan solo toma el desayuno en casa, el resto de las comidas las hace fuera. Así, Yeonghye impone la norma de que no volverán a comerse animales muertos en esa casa, ni por parte de ella ni por parte de él.

 

Con este arranque argumental, La vegetariana se divide en tres partes bien diferenciadas. La primera, homónima de la novela, se centra en el punto de vista del marido de Yeonghye respecto a la decisión de su mujer de ser vegana. Viviremos su frustración, los deseos de que su mujer vuelva a ser la mujer corriente con la que se casó, que nada extraño destaque en ella, que siga sumiéndose a sus deseos y a su antigua forma de actuar. Que sea la mujer que él siempre quiso tener. En ningún momento vemos ninguna intención por parte de nuestro narrador por comprender las motivaciones Yeonghye, por escucharla, por comprenderla. Y cuando trata de buscar ayuda en la familia de ella, la situación irá a peor.

 

En la segunda parte, La mancha mongólica, el punto de vista será el del cuñado de Yeonghye, el marido de su hermana. Artista en momentos bajos, descubrirá que su cuñada tiene una mancha de nacimiento color verde en una nalga y esa mancha se convertirá en el centro de todas sus obsesiones. Los árboles en llamas, la tercera parte, está narrada desde el punto de vista de la hermana de Yeonghye. Y para mí, es la más devastadora de las tres.

 

Han Kang, ganadora del Man Booker Prize por «La vegetariana».

Aunque este planteamiento de narración a tres voces podía sugerir que veremos una misma historia contada tres veces desde tres puntos de vista, La vegetariana está contada de una forma lineal, desde el inicio del proceso de cambio de Yeonghye hasta el punto final de la historia. Cada personaje narra un punto de la vida de la protagonista principal, cómo cada uno de ellos percibe lo que le está pasando y cómo le afecta a cada uno de ellos. Los acontecimientos son brutalmente duros en algunos puntos de la novela, y es que en La vegetariana se abordarán temas como la depresión, la violencia, las violaciones, las enfermedades mentales, y especialmente la soledad.

 

Creo que todos coincidiremos en que no existe peor soledad que aquella que es padecida por el que se encuentra rodeado de gente y aún así se siente solo. Aunque está claro que esta novela tiene muchísimas capas y muchas interpretaciones, para mí ha primado el sentimiento de soledad que asola a cada uno de los personajes. No saben cómo ayudarse unos a otros, no se comprenden y no tratan de hacerlo tampoco. Cada uno de los tres narradores busca principalmente regresar a su statu quo, a una comodidad asentada en sus vidas que les aportaba seguridad y estabilidad. Quizá no les proporcionaba felicidad, pero hacía que la sensación de cotidianidad se pareciese mucho a ella.

 

Sobre este libro leeréis opiniones muy diversas, y cada una de ellas destacará un aspecto diferente de él. Siempre he creído que cada novela tiene un lectura única y diferente por cada lector que la aborda, pero con La vegetariana este particular se eleva a la enésima potencia. Opino que el bagaje, la cultura, la historia personal de cada lector, harán que se fije en un determinado aspecto de la historia. La narrativa de Hang Kan no posee alardes narrativos ni un vocabulario excesivamente culto o refinado. Su manera de contar la historia es sencilla, aunque para nada simple. Sin embargo esa sencillez esconde detrás un enorme poder de evocación sentimental que hacen que sea una novela que duele. Precisamente por esto, os recomiendo encarecidamente que la leáis, pero que tengáis la precaución de escoger un momento en el que vuestro estado de ánimo sea el adecuado para ello.

 

Título: La vegetariana (채식주의자)
Autor: Han Kang.
Traductor: Sunme Yoon.
Editorial: Rata (2017)
Año de publicación: 2007.
ISBN: 9788416738137.
Páginas: 230.
Precio: 19,50€.