Mientras estaba leyendo Vidas de las musas, comenté un montón de cosas del libro por Twitter (lo sé, soy un poco plasta con mis lecturas). No recuerdo quién (lo siento, no me deja avanzar tan atrás en mi TL y no puedo ver quién fue) me recomendó cuando estaba leyendo el capítulo sobre Gala Dalí, este libro. Lo conocía de verlo por la biblioteca y por ser de Paco Roca, al que ya os he traído aquí alguna vez. Pero desconocía el argumento.

 

Al principio del comic, Paco Roca nos cuenta que en una librería de antiguo encontró una edición facsímil de una crónica de un antiguo secretario de Salvador Dalí, y que aparentemente eran verídicas. Le gustó tanto la historia que no pudo resistirse a adaptarla al cómic.

 

Nos cuenta cómo el madrileño Jonás, consigue el trabajo de secretario de Deseo Dalí (sustituye el nombre del artista, para poder tomarse ciertas licencias narrativas) Llega al pueblo y en cuanto comenta en el bar para qué está allí, le echan a patadas. No quieren saber nada del artista ni de la gente que le rodea. Extrañado, llega a la casa y Gala le explica que sus funciones serán básicamente de contable, para llevar las cuentas de los cuadros que vende Dalí. La casa es todo un laberinto, con habitaciones que comunican entre sí, estudios donde pinta el artista y todo tipo de objetos extraños.

 

La cosa se complica cuando Jonás empieza a conocer más al extraño y carismático Deseo. Creo que todos conocemos alguna de sus extravagancias, aunque no sea más que la de su extraño aspecto. Pues tenía muchas más. Como bien leí en Vida de las musas, era un hombre obsesionado con la sangre y los excrementos. De hecho, el propio Dalí nos cuenta cómo se preparó para un encuentro con Gala:

 

«Me di dos desgarrones en la camisa, mi pecho se mostraba velludo y tetudo. Mezclando cola de pescado y cagarruta de cabra, compuse una pasta infame con la que me unté; completé el maquillaje afeitándome las axilas, cortándome la piel deliberadamente y dejando cho­rrear la sangre hasta que se coagulara. Añadí un poco de azulete de colada que mi sudor desparramó pronto sobre mi torso. Tomé una flor de jazmín y me la puse detrás de la oreja. Olía a chivo, estaba horrífico y so­berbio».

 

Evidentemente, este tipo de extravagancias en 1936 no eran ni entendidas ni aceptadas por todo el mundo. Hay que recordar que en España estaba a punto de estallar la Guerra Civil, y el panorama europeo plagado de fascismos no era el más indicado para este tipo de libertades.

 

También tenía una relación con el sexo muy extraña. Cuenta la leyenda que sólo tuvo dos relaciones sexuales en su vida: con Federico García Lorca y con Gala. Pero realmente lo que le gustaba era la masturbación y mirar. Era un voauyer reconocido, montando orgías en su casa de las que nunca participaba. Sólo miraba.

 

Con este tipo de imágenes, podéis haceros una idea de todo lo que vio el pobre Jonás.

 

Una manera magnífica de acercarnos un poco más a la extravagancia del gran artista que fue Salvador Dalí, con sus rarezas y peculiaridades, pero también con su gran aportación al mundo del arte.

 

El dibujo de Paco Roca, como siempre, genial. Creo que escogió una historia brillante para plasmarla en imágenes, ya que resulta perfecta para un soporte visual, entremezclando los sueños con la realidad, las luces con las sombras. Y las aportaciones tanto al principio como al final de la vida de Dalí, para situarnos históricamente y conocer un poco más al artista, perfectas. No demasiados datos para no atosigar al lector, pero si las suficientes para que pueda despertar tu curiosidad sobre este extraño hombre y querer saber un poco más de él.

 

Título: El juego lúgubre
Autor: Paco Roca
Editorial: Dolmen
ISBN: 9788496706521
Páginas: 64
Precio: 15 €