Parece mentira cómo un solo objeto puede llegar a aportar tanto a los cambios de la sociedad como el protagonista de este libro: la bicicleta. La década de 1890 fue revolucionaria en el Reino Unido porque fue cuando nació, y con mucha fuerza, el movimiento sufragista que reivindicaba el derecho de las mujeres al voto. Unida a esta reivindicación iban muchas otras, ya que gracias a la Revolución Industrial muchas mujeres comenzaron a tener un trabajo remunerado fuera de las tareas domésticas, y era necesario asentar los derechos que les correspondían como trabajadoras. Un suma y sigue de situaciones que hicieron que la mujer empezase a ocupar el lugar que le correspondía en el mundo: ni más ni menos que el mismo que el de sus compañeros los hombres.

 

Como bien se nos indica en el prólogo de Damas en bicicleta, la mujer era poco más que  una propiedad más del marido, sin derechos y sin opciones. Y eso resulta aún más llamativo cuando recordamos que quien estaba al cargo del país era precisamente una mujer, la reina Victoria. Afortunadamente, unas cuantas valientes comenzaron a alzar la voz y empezaron a ser escuchadas.

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