Desempolvo el blog para traeros la lista de las que han sido para mí las mejores novelas negras publicadas en este 2021.
Creo que no hace falta decirlo, pero obviamente no he leído todos los libros publicados este año. Esta es mi selección personal, en función de preferencias personales y de ciertos aspectos como calidad narrativa, relevancia de su publicación o destreza del desarrollo del argumento.
Sin más, os dejo la lista. He escogido 15 novelas, y dos extras: un cómic y una obra de no ficción.
Las tres primeras sí serían mi podio personal, las tres lecturas que más me han impactado este 2021. Todas las demás podrían ocupar un más que digno cuarto puesto.



Catedrales, de Claudia Piñeiro (Editorial Alfaguara).
Sin duda, la novela que más me ha removido, impactado y alucinado de este año. La posibilidad de asistir a dos clubes de lectura virtuales con la escritora y disfrutar de sus reflexiones ha incrementado mi pasión por esta autora. Y poder vivir la entrega del Premio Hammett, la emoción de Piñeiro, y escuchar sus declaraciones sobre la relevancia de visibilizar un tema como el aborto en Argentina en estos momentos, fue impagable.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.
Tokio Redux, de David Peace (Hoja de Lata).
Me han comentado en más de una ocasión que la gente ya me asocia a David Peace por la guerra que he dado con él estos últimos años. Y es lo más bonito que me podrían decir. Considero al autor de Yorkshire como uno de los mejores novelistas vivos, por su estilo, por su técnica, por su prosa. Por mil motivos. Hoja de Lata se ha lanzado al reto de publicar a un autor que sigue siendo minoritario. Así que no dudéis y poneros ya con él. Que esta obra es excelente para conocerle.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.
La desaparición, de Julia Philips (Sexto Piso).
Cuando empecé a ver este libro por redes mi mayor curiosidad era saber si era o no una novela de género. Unos me decían que sí, otros que no. Y es que ahí reside la gracia: todo depende del lector que la aborde. Philips nos narra el secuestro de dos niñas pequeñas para contarnos las violencias que sufrimos las mujeres. Unas más sutiles que otras, pero todas igual de dolorosas. Y a través de una tensión narrativa magistral te tiene en vilo hasta la última página. Una de esas obras que dejan huella y que sigues pensando en ella durante meses.
Aquí os dejo el enlace a mi reseña en La Pared Vacía.



Gordo de feria, de Esther García Llovet (Anagrama).
La de años que llevo reclamando que Llovet es una auténtica maestra del género negro no es normal. Y tan solo otros dos pirados por ahí opinaban como yo. Menos mal que Anagrama ha empezado a cambiar esto desde que la publica, y está empezando a ocupar la posición que se merece. He leído de todo sobre este libro, desde que es racista hasta que es absurdo. Tendrás que leerlo para formarte tu propia opinión.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.
Seis Cuatro, de Hideo Yokoyama (Salamandra)
Las expectativas que tenía con esta novela podían haber jugado en su contra. Y es que no es una novela de lectura ligera. Es densa, reposada y meticulosa hasta el extremo. Pero todo esto no son contras, sino pros. No os lancéis buscando una historia trepidante. Pero si buscas una guía para conocer la sociedad japonesa actual, el peso de la tradición, de la jerarquía y de la cortesía, este es vuestro libro.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.
El hombre perdido, de Jane Harper (Salamandra Black)
Las dos novelas anteriores de Harper las disfruté un montón, pero con esta ha subido unas cuantas posiciones entre mis escritoras imprescindibles. Su dominio del tiempo narrativo es excepcional, y consigue transmitir el calor asfixiante de la trama a la lectura de sus páginas. Una novela sobre secretos familiares, conspiraciones y mentiras. Una de esas obras que recomendaría a todo tipo de lectores.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.



La muerte en sus manos, de Ottessa Moshfegh (Editorial Alfaguara).
Al igual que con La desaparición, empecé esta novela sin saber bien si era una novela de género o no. Porque la protagonista es quien, a través de la lectura de una nota encontrada en un bosque, imagina quién ha sido la víctima, quién su agresor, y los motivos de su asesinato. Una obra metaliteraria, una locura imaginativa, divertida y extraña. Absolutamente brillante.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.
Crímenes selectos, de Edogawa Rampo (Satori)
Lo sé, Rampo no es para todo el mundo. Pero es que aquellos que le amamos, lo hacemos con devoción y locura. Un recopilatorio de crímenes peculiares y extremos, del que me quedo sobre todo con Los extraordinarios crímenes del doctor Mera. Un autor imprescindible para entender algunas de las bases que conforman esto que llamamos género negro.
Los misterios de Selva, de Emilia Pardo Bazán (Editorial Ezaro).
Una de las recuperaciones del año. Una obra imprescindible que debería reescribir la historia del género de este país. He pensado durante meses si hablar un poco más sobre ella, pero Doña Emilia es mucha Doña Emilia y me impone mucho respeto. De lectura obligada para los amantes del género de detectives.



Vera, de Elizabeth von Arnimm (Trotalibros Editorial).
Menudo arranque el de Trotalibros Editorial. Y menudo rescate. Reconozco que no había oído hablar de esta novela en mi vida hasta que Jan nos la puso en las mesas de novedades de las librerías. Una historia aterradora sobre el maltrato psicológico publicada originalmente en 1921. Desarrolla y documenta el concepto de ‘luz de gas’ antes de que se acuñase el término. Desasosegante y oscura. Magnífica.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.
La desaparición de Adèle Bedeau, de Graeme Macrae Burnet (Impedimenta).
Este es el año de las desapariciones. ¿Será que la pandemia ya nos dejó demasiados muertos y no queremos leer sobre ellos? En esta novela Macrae Burnet nos perfila a un psicópata camuflado en una pequeña localidad francesa. Un juego del ratón y el gato, una persecución con la duda constante sobre qué ha pasado, cómo y cuándo. Una de esas novelas con las que no puedes parar de leer.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.
Piel quemada, de Laura Lippman (Salamandra Black).
Uno de los grandes momentos de este año me ha llegado gracias a la publicación de este libro: la oportunidad de entrevistar a la autora vía Zoom. La charla fue increíble, demasiado corta. Y la novela consigue darle toda la vuelta a los clichés más rancios del género negro clásico, que ya va siendo hora de revisar y desempolvar.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.



Los buenos hijos, de Rosa Ribas (Tusquets).
Una de las novelas del año que me temo que ha pasado un tanto desapercibida. La serie de los detectives Hernández alcanza su segunda entrega con muchas novedades en cuanto a sus protagonistas (de lo que no diré nada para no destripar el final de la primera). Aquí Ribas se atreve con temas escabrosos y delicados como la prostitución infantil o el acoso, y aprueba con sobresaliente. El arranque de la trama es de transcurso algo más lento, pero no abandonéis: de verdad que merece la pena.
Aquí os dejo el enlace a mi reseña en La Pared Vacía.
Kalmann, de Joaquin B. Schmidt (Gatopardo).
Sin duda, Kalmann creo que se lleva el premio a personaje del año. Vive en Raufarhöfn, Islandia, un pequeño pueblo pesquero con muy pocos habitantes. Es muy especial, porque su mente no va a la misma velocidad que la del resto de humanos. Tal vez por ello cuando cuenta que se ha encontrado un charco de sangre en sus expediciones de caza nadie le toma muy en serio. Hasta que descubren que uno de los vecinos ha desaparecido. Una delicia de novela, intimista, tierna y bella para narrar la dureza de un entorno tan hostil.
Aquí os dejo el enlace a mi crítica en El Periódico de Cataluña.
Un reflejo velado en el cristal, de Helen McCloy (Hoja de Lata).
La literatura de tacitas de Hoja de Lata se merece una calle, una glorieta, una escultura o un premio. Ya llevan años alegrándonos los veranos con su lema ‘Ni un verano sin Josephine Tey’ y me da que ahora los otoños los va a protagonizar Helen McCloy. Un reflejo velado en el cristal está cubierta de un halo sobrenatural durante todo el texto que se torna en terranal al final de la novela. Una historia muy creepy, con fantasmas, apariciones y mal rollo que te tiene en vilo de forma constante.
Aquí os dejo el enlace a mi reseña en La Pared Vacía.

Bonus track I: Cómic – Contrapaso, de Teresa Valero (Norma)
No puedo comprender por qué no hemos podido ver a Teresa Valero en casi ningún festival de este año (bravo Lens por descubrírnosla). Contrapaso nos traslada a la España de la dictadura y de El caso, de los crímenes tapados para no alarmar a la población, de la escasez y la disciplina. El dibujo está lleno de detalles para recrearse en ellos durante horas, pero el texto no se queda atrás: conciso, concreto y al grano. El cómic del año.
Aquí os dejo el enlace a mi reseña en La Pared Vacía.
Bonus track II: No ficción – Homo criminalis, de Paz Velasco de la Fuente (Ariel).
Qué decir de una de las obras escritas por una de las mejores divulgadoras y criminólogas de este país. Que si os interesan los crímenes del siglo XXI no podéis perderos este libro. No solo es brillante por su contenido, sino que consigue destacar por la forma: listas de contenido, gráficos, cuadros resumen. Una serie de herramientas que ayudan al lector poco experto a no perderse en una abundancia de datos. Una obra de referencia para entender mejor la retorcida mente humana, y todo ello desde el respeto y sin caer en frivolidades ni el menosprecio a las víctimas.
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