Podría deciros que Cariño cuenta la historia de Sofía, una mujer a la que de niña le fascinaba pasarse horas frente al tambor de la lavadora en movimiento. Una narración que conlleva hablar de Carlos y de su historia de amor, esa relación que terminó cinco meses después de que empezasen a vivir bajo el mismo techo. Podría revelaros que Sofía le engañó una noche con Mario, un compañero de trabajo especialmente raro en cuanto a su forma de combinar la ropa. O que Carlos sufre, años después de la ruptura, un accidente de coche y que su madre llama a Sofía para contárselo.
También podría contaros que Cariño nos habla de Mateo, y de cómo se escapa de casa para buscar a su padre, padre al que nunca ha conocido fuera de las dos dimensiones de una fotografía. La madre de Mateo se está muriendo, y él siente la necesidad de reunirlos de nuevo, once años después del único día que compartieron juntos para concebirle. Podría relataros que Mateo decide llevarse consigo el DVD de un mago manco, y que viaja a Cariño, en Galicia, para buscar el único rastro que tiene de su progenitor.
Y sin embargo, tras contaros todo esto, no tendríais ni idea de qué trata Cariño. Porque las obras de Miguel Ángel González no van funcionan así. Los libros de Miguel Ángel González se componen de decenas de curiosidades, recuerdos y rarezas. En Cariño aparecen Eduardo Manostijeras, Elvis Presley, Richard Nixon o Terry Fox. Entre otros. El texto que compone la novela, en realidad, se constituye con una serie de digresiones entre las que se cuelan las vidas de Sofía y Mateo. Y estas pausas cobran tal protagonismo que a veces te gustaría apartar con la mano el hilo conductor para poder pasar a la siguiente anécdota.

El éxito de esta mezcolanza de elementos reside en la fluidez que el autor consigue en sus textos. Aunque durante unos párrafos te balancees sobre las asimétricas con Comaneci y a la vuelta de página te subas a un autobús con Mateo camino de Galicia, todo fluye con total naturalidad y el lector no se pierde. Diría que el truco reside en escarbar en nuestra memoria y hacer que busquemos aquellos recuerdos que se asemejan a los que el autor nos cuenta en sus historias. Quizá nosotros no acudimos a la casa de una de nuestras profesoras para firmarle en una tarjeta, ni nos sacamos una foto ante un póster parisino para simular un falso viaje. Pero seguro que atesoramos en nuestra mente el recuerdo aquella profesora de cuarto curso que nos cambió la vida y aquellas vacaciones que tuvieron que cancelarse en el último momento. La cotidianidad de sus relatos evoca a los nuestros y la lectura se convierte en un viaje interior de reconocimiento de nuestras propias emociones. Agita por sus palabras, pero también consigue revolvernos por todo lo que llevamos dentro cuando abrimos las páginas de Cariño.
Una vez que has caído en las redes de González, estás perdido. Su estilo es reconocible desde las primeras frases. Su forma de narrar, de hacer que todas las anécdotas que atesoran sus obras, es única y diferente. Sabe construir frases memorables que te dejan tocado durante algunos segundos, pero sobre todo sabe cómo meterse dentro y retorcerte las entrañas. No hay muchas obras de ficción que puedas abrir por cualquier página, leer al azar, y que todo tenga sentido. En los libros de Miguel Ángel González sí puedes hacerlo. Y si no me crees, te reto a que hagas la prueba.
Título: Cariño.
Autor: Miguel Ángel González.
Editorial: Alianza (2018).
Año de publicación: 2018
ISBN: 9788491812807
Páginas: 216.
Precio: 14€.
Ficha del libro en Alianza: https://www.alianzaeditorial.es/libro.php?id=5506966&id_col=100500&id_subcol=100501
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