Pearl Jewett lleva una vida de escasos medios. Una escasez tan severa que el hombre se alimenta de poco más que de una tortita de harina al día. Estamos en 1917 en los Estados Unidos, y la pobreza y el hambre hacen estragos entre la población rural. Para colmo de males tiene tres muchachos a los que criar. Un buen día se topará con un ermitaño que logrará cambiar su percepción del mundo. Este le explicará que su miserable existencia es en realidad una suerte, ya que cuanto más sufrimiento padezcas en esta vida mayor será la recompensa en la otra. De hecho, hay una mesa repleta de manjares que le está esperando en el más allá, y cuando fallezca podrá disfrutar de un banquete al otro lado. De alguna forma, Pearl Jewett interioriza ese discurso de tal manera que se convierte en su único objetivo: alcanzar la gloria eterna y sentarse a la mesa del banquete celestial. Cada día que el hambre aprieta, que las horas trabajando bajo el sol abrasador son insoportables, solo puede pensar en la recompensa que obtendrá por su paciencia y su buen hacer. A pesar de que educa a sus hijos en esa creencia de que cuanto más dura sea esta vida, mayores recompensas obtendrán en la otra, sus hijos no terminan de verlo claro. Especialmente porque han crecido escuchando las aventuras narradas en Vida y época del sanguinario Bill Bucket, y en su fuero interno no pueden evitar soñar con las aventuras que se narran en esta novela. Por eso, el día que Pearl muere feliz por lo que le espera al otro lado, los hermanos Jewett saben lo que van a hacer a continuación: atracar un banco y disfrutar hasta el fin de sus días. Aunque sepan que así irán derechitos al infierno.
El banquete celestial es un collage de personajes y de vidas que aunque en un principio puedan parecer aisladas, poco a poco irán entrelazándose y veremos cómo cada una de las historias narradas tendrán una razón para estar ahí. Conoceremos a Ellsworth Fiddler, un granjero que vive en la miseria desde que fuese estafado un año atrás. A su hijo, que se acaba de escapar para, aparentemente, alistarse en el ejército. A algunos hombres que tratan de encontrar su sitio en el mundo escondiendo su homosexualidad. A Jasper, que trabaja como inspector sanitario revisando y vaciando cagaderos, y que tiene el pene más grande que se haya visto nunca en todo el país.
La elección de esta forma de narrar a través de diversas historias no es fortuita. Gracias a ella, Ray Pollock consigue que conozcamos el mundo rural en Estados Unidos en una época de cambio a través de muy diversas miradas. Aunque los ciudadanos seguían siendo sencillos y rara vez salían de su pueblo en toda su vida, la modernidad estaba llegando a grandes zancadas e instalándose en sus existencias. Son los últimos coletazos de una forma de vida que se ha extinguido para siempre y que a pesar de su dureza tenía muchas virtudes, según podemos ver en la novela.

El estilo de Ray Pollock es ágil y sin pelos en la lengua. No teme llamar a las cosas por su nombre e introducir pasajes no aptos para lectores refinados. El truco reside en el empleo de un humor negro que arrancará al lector más de una sonrisa e incluso alguna carcajada. Y aunque en ocasiones te sientas mal por ello, tienes que reírte. Para los diálogos de los tres protagonistas, se ha optado por un lenguaje coloquial que imita la forma cotidiana de hablar en la que es habitual no pronunciar cada una de las letras de una palabra, especialmente en personas de escasa cultura («na mal», «matao», «pa’ na», «to el día»).
Sus personajes son la perfecta representación de los grises: rara vez los seres humanos somos blancos o negros, solemos estar llenos de matices y lo normal es que nadie sea totalmente malvado ni completamente bueno. Todos somos fruto de las decisiones que hemos tomado, de los sucesos vividos, de las decepciones y las alegrías. Y aunque a veces echemos la vista atrás y reconozcamos que nunca habríamos apostado por haber llegado al lugar donde estamos o por haber tomado un determinado camino, sucede.
Generalmente suele compararse a Donald Ray Pollock con McCarthy, Faulkner, Bunker o Crews. Su estilo, desde luego, es complicado de amoldar a un solo género, ya que lo que en principio parece un western, tiene retazos negros, de realismo sucio y de sátira. En cualquier caso, las etiquetas valen para colocar el libro en una estantería u otra, nada más. El banquete celestial es una excelente novela, descarnada, divertida y que no dejará indiferente al lector.
Título: El banquete celestial (The Heavently Table)
Autor: Donald Ray Pollock.
Traductor: Javier Calvo.
Editorial: Literatura Random House (2017).
Año de publicación: 2016
ISBN: 9788439732235
Páginas: 416.
Precio: 21,90€.
Ficha del libro en Megustaleer: https://www.megustaleer.com/libro/el-banquete-celestial/ES0146718
No había oído hablar del libro, pero gracias por la reseña. Parece interesante, sobretodo esa creencia religiosa y tan arraigada del padre me crea curiosidad, y no he leído nada de la vida rural en Estados Unidos, así que otro pendiente más. Saludos
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Buenos días,
Descubrí a Pollock con «El diablo a todas horas» y desde entonces es un autor que me fascina. La verdad es que «El banquete celestial» se ha hecho esperar pero ha merecido la pena. Su retorno ha sido fulgurante: con reminiscencias a Erskine Caldwell y con su personal toque ha logrado una novela coral impresionante, un retrato muy rico (y seguramente bastante veraz) de los albores de lo que hoy son los Estados Unidos de América. Sin duda está en mi top 10 del año.
Como siempre, una excelente reseña.
Un fuerte abrazo.
@pancromatic
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De nuevo me presentas un libro que no conocía y a un autor que no conocía. Muy interesante.
Besotes!!!
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