Una mañana extremeña, Faustino, un porquero, descubre gracias a la ayuda de sus gorrinos y de su perro el cadáver de una niña. Aparece vestida tan solo con un camisón blanco que desentonaba con los moratones que poblaban su cuerpo. Ojos color aceituna cubiertos de una película lechosa, líneas suaves en su cara, cuerpo flaco….