La puerta de los ángeles, de Penelope Fitzgerald (1990)

Fred Fairly trabaja como profesor adjunto en St. Angelicus, un college estrictamente reservado a hombres en el año 1912. El momento no está escogido al azar: no solo nos encontramos en los años previos a la Gran Guerra, sino que el laboratorio Cavendish de Cambridge está en su momento álgido del estudio del átomo. Esta circunstancia no solo es relevante a nivel académico sino también a nivel espiritual, porque se estaba llegando a un análisis tal de la materia que marcó un antes y un después en la teología: el mejor conocimiento del mundo en el que vivimos hizo incuestionablemente tambalear la fe de muchos estudiosos.

 

El obtener una plaza como la de Fairly conllevaba implícito que debía ser ayudante de organista, ayundante de bibliotecario, mayordomo suplente y ayudante de tesorero suplente. Los cargos de ayudante y de suplente no implicaban que hubiese alguien por encima de él, sino simplemente que se trataban de tareas obligatorias pero no remuneradas. Toda una ganga.

 

Un buen día, Fred tendrá un accidente de bicicleta chocando de manera fortuita con Daisy, su Julieta a partir de ese mismo momento. Como si se tratase de una colisión de átomos, la vida de Fairly se trastoca por completo, y se pasa las horas anhelando volver a saber de Daisy y poder ponerse en contacto con ella. Le escribe cartas, piensa en ella a cada instante, y solo puede soñar con el día en que vuelva a tenerla delante para proponerle matrimonio.

Londres, 1912

A partir de este accidente caminaremos hacia el pasado de Daisy y así conocer su punto de partida. Su vida en Londres, su trayecto hasta el trabajo junto con más de 100.000 trabajadores más que cruzaban el río en una diáspora diaria de ida y vuelta, los problemas que las estrecheces y la abundancia de pasajeros pueden provocarte. Tras un par de trabajos infructuosos, decidió probar suerte con la enfermería, profesión que sentirá como un guante hecho a su medida y con el que disfrutará mientras la suerte le acompañe.

 

Como viene siendo habitual en las novelas de Fitzgerald, todo este tipo de descripciones son plasmadas en tan solo una frase o dos, un párrafo a lo sumo. La economía de medios era uno de los recursos que mejor sabía emplear la escritora británica, con frases medidas las milímetro y sin una sola palabra de relleno. Fitzgerald fue una de esas autoras que confiaba en la inteligencia de sus lectores, y jamás soltaba una afirmación de perogrullo ni frases de relleno para llenar más páginas.

 

En La puerta de los ángeles tenemos una historia que recuerda en ciertos aspectos a Inocencia. Volvemos a tener un flechazo amoroso y un par de enamorados que apenas saben nada el uno del otro, con una historia con más tintes dramáticos que cómicos. Y sin embargo, es una de las novelas de Fitzgerald donde encontramos más humor. No un humor desternillante de reírte a cada párrafo, pero sí de esa clase de humor que hace que te encuentres sonriendo a lo largo de toda la lectura del libro.

Penelope Fitzgerald

Dentro de las notas que tomó para la elaboración de esta novela podemos encontrar listas de facturas de teléfono de principios de siglo, normativas de los colleges, vestimenta académica, hábitos alimenticios, mapas, notas sobre arquitectura… No hay un solo dato colocado ahí por azar, o sin estar milimétricamente medido. Y lo mejor es que no abruma con datos y datos que hagan al lector comprobar que la documentación ha sido exhaustiva y acorde con lo que se espera. Tan solo regala pinceladas en una y otra página, las suficientes para que la ambientación sea sencillamente exquisita.

 

La puerta de los ángeles es la más breve de sus cuatro últimas novelas, aquellas que dedicó a abordar momentos del pasado reciente y retratarlos de un modo sublime. Y precisamente por su brevedad se aprecia aún más lo fácil que parece todo en sus novelas. Da la sensación de tener una prosa sencilla, sin grandes artificios que entorpezcan la lectura. Pero cuando rascas un poco la superficie descubres que su forma de contar historias es compleja y elaborada. Que hace fácil lo difícil. Que donde otros ponen, ella quita. Y logra así hipnotizar nuestros cinco sentidos para desplegar su magia y llenar nuestra lectura de sensaciones y olores.

 

Teniendo en cuenta que el Prefacio lo firma su biógrafa cabía esperar algo más del mismo. Quizá el citar de pasada que se ha publicado una biografía de la autora por una tal Hermione Lee, hablando de sí misma en tercera persona, lo que busca es que los lectores recurran a dicho libro en vez de explayarse un poco más. Lo que sí cabe destacar es la magnífica traducción de Jon Bilbao que hace que el lector no sienta que se está perdiendo algo con el cambio de idioma. Un aliciente más para leer esta pequeña joya británica de tan solo 240 páginas.

 

Título: La puerta de los ángeles (The Gate of Angels)
Autor: Penelope Fitzgerald.
Traductor: Jon Bilbao.
Editor: Impedimenta (2015)
Año de publicación: 1990.
ISBN: 9788415979968
Páginas: 240.
Precio: 20,95€.
Ficha del libro en Impedimenta: http://impedimenta.es/libros.php/la-puerta-de-los-angeles

 

11 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Trescatorce dice:

    Pues me has convencido, me parece una temática muy interesante y veo que la autora te apasiona. Me lo llevo apuntado.
    ¡Besotes!

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  2. Margari dice:

    Nada, nada, que entre mis propósitos para el 2017 tendré que incluir estrenarme con esta autora.
    Besotes!!!

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