Barb comienza a ir a terapia. No por decisión propia ni porque necesite ayuda, o al menos eso es lo que cree. Entra en la consulta de la terapeuta, y el caso que afecta a Barb es un problema de autoestima. Automáticamente, la terapeuta lo achaca a su aspecto físico: con sobrepeso, dientes mal estructurados, cabellos grises a temprana edad y horribles gafas para compensar sus problemas de vista. Barb le asegura que no tienen ningún problema de peso ni de autoestima, que solo ha acudido a su consulta porque su madre ha insistido en ello. Pero la terapeuta juzga demasiado rápido lo que ven sus ojos. Hasta el momento en que Barb, molesta, comienza a desnudarse no solo en cuanto a ropa sino en cuanto a defectos: tras esa poco agraciada apariencia se esconde una mujer bellísima que vive para un horrible disfraz.
Hace un par de años tomó la determinación de que su arrebatadora belleza no causaría más males: su mejor amigo, loco de amor por ella, se quitó la vida tirándose por la ventana. Desde ese momento comenzó a construir la coraza que la acompaña a todas partes, para que todos los que la miren solamente puedan juzgarla por su interior.
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