Es curioso cómo esta novela ha estado a punto de escaparse de mis manos. El año pasado en la Semana Negra de Gijón, Manuel Barea presentó esta novela a la que ya tenía ganas, pero que tras su presentación deseé ponerme a leer en el acto. Por problemas que no vienen ahora a cuento, el pobre fue a la presentación con un ejemplar de su propiedad y no había en toda la Feria ni un ejemplar más de su libro para poder llevarme dedicado. Un verdadero desastre (autores y editoriales, tomen nota). Gracias a su nominación para el Silverio Cañada me lo regalé este pasado día del libro y aquí os lo traigo hoy.
Javier acaba de salir de la cárcel tras siete años. Por desgracia no fueron los tres o tres y medio que en principio se vaticinaban, finalmente fueron siete largos años. Regresa al bar de siempre y allí se reencuentra con Daniel. Parece ser que a Javier le metieron en la cárcel por un golpe estúpido y mal planificado que trataron de dar él y sus amigos. Javier-peli-el pelirrojo, confió en sus compañeros y el tiro le salió por la culata. Pero al igual que una polilla acude a la luz, Javier volverá de nuevo a las andadas relacionándose con gente con la que no es del todo recomendable que lo haga.
Y vuelve a su casa, un edificio donde apenas viven ya vecinos. Y huele a basura, a mar. La arena lo inunda todo. En el edificio apenas queda nadie para testimoniar lo que ha sucedido, sin embargo Mar acude a limpiar las escaleras porque siguen pagándole por ello. Mar, Mar Calamar, como la llamaba Javier. Y es que el libro está colmado de motes, de sobrenombres, de pseudónimos, y es importante prestar atención a los detalles, quién es quién, quién hace qué, quién va con quién.
Hay dos factores que encontrado especialmente significativos. Quizá como libre interpretación, quizá acercándome un poco a la intención del autor, no lo sé. El primero de ellos es el tema de los nombres. Es habitual que en el colegio nos pongan un mote, generalmente por algo estúpido que hiciste un desafortunado día, y esa condena te perseguirá de por vida. Siempre serás el gordo, el chino, el chorro, el peli. Y es que gran parte de los rasgos que componen nuestro carácter se forjan en esos años y no desaparecen jamás, haciendo que no seamos tan distintos aunque hayan pasado 20 años: ese mote hace que te sientas igual de indefenso que cuando eras tan solo un niño.
En segundo lugar, la presencia perturbadora y constante de las gaviotas. Un curioso pájaro, ya que a pesar de ser capaz de recorrer largas distancias no es común que se trate de un ave migratoria: suelen formar colonias y emparejarse de por vida con el mismo compañero. Un ave que permanece toda su vida en el mismo lugar, que se deja condicionar por el hábitat en el que vive, algo que para un animal que es capaz de volar puede resultar antinatural. A nuestro protagonista le sucede lo mismo: el entorno le condiciona poderosamente, y aunque al salir de la cárcel puede tener la posibilidad de irse lejos para huir de ese dañino entorno, vuelve a su lugar de origen.
No os lo voy a ocultar: Vertedero es fabulosa. Pero no es una novela apta para lectores vagos. Y por vago me estoy refiriendo a ese tipo de lector que lee solo para evadirse, ese tipo de lector que escoge libros simplones, cuanto más gordos mejor (para amortizar el dinero gastado con varias horas de entretenimiento) y que no te hagan pensar. Si sois ese tipo de lector, y sé que quienes pasáis habitualmente por aquí no sois así, huid de este libro.
Que nadie se asuste, Vertedero no es una novela con una complejidad al alcance de unos pocos. Pero sí es una novela exigente. Requiere dedicación, concentración y un poco de esfuerzo. No tanto por la prosa, como por la trama. Con distintos tipos de composiciones, Barea da buenas muestras de que sabe lo que hace. Sabe utilizar distintas voces, distintos modos de expresarse, distintos narradores y lo sabe hacer muy bien. Os reto a que leáis alguna de las frases de la primera parte (la novela está dividida en tres) en voz alta y utilizando correctamente los signos de puntuación que da el autor. Yo lo he hecho, y no es sencillo. Pero eso dota de un ritmo especial a lo que quiere contarnos, al modo de pensar de quien te lo cuenta, a nuestro modo de leer.
Esta es una de esas obras que te hace tener un poco más de fe en la juventud de nuestro país. Barea es insultántemente joven, nació en el 89. Y escribió esta magnífica novela en 2 meses con 2 meses más de corrección. Y nada más. Y se alzó con el I Premio Valencia de Novela Negra. Vale que es un caso aislado, pero espero y deseo que haya más como él.
Título: Vertedero.
Autor: Manuel Barea.
Editorial: Lengua de Trapo (2014)
ISBN: 9788483812099
Páginas: 222.
Precio: 17,50€.
Ficha del libro en Lengua de Trapo: http://www.lenguadetrapo.com/libro.php?sec=nb&item=355
No me llama mucho el libro pero me ha encantado tu foto.Un besote y feliz finde.
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Pues tiene muy buena pinta este libro. Aunque lo dejaré para más adelante, que ahora mismo reconozco que necesito cosas más sencillas. Besotes!!!
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