Uno de esos propósitos que nunca cumplo es el de leer libros que ya tengo y no solamente los que acaban de llegar a casa, sino rebuscar entre mis estanterías en busca de algún libro que lleve meses o incluso años almacenando polvo y esperando su momento. Eso fue lo que me pasó esta semana: desterré todas las novedades que tengo ahora mismo sobre la mesa y me fui a rescatar alguna de las joyas que tengo almacenadas. El año pasado para San Valentín, Nevsky Prospects nos ofrecía dos libros por el precio de uno: Historias de Belkin de Alexander Pushkin, y este Primer amor de Iván Turguénev. Y no tuve que pensármelo mucho.
Me encanta tener en la estantería libros de 150-200 páginas para esos días en que necesitas leerte un libro del tirón, pero en los que la falta de tiempo no te permite dedicarle toda tu atención a una lectura más larga o densa. Ahí llegó al rescate Primer amor, una novela de tan solo 157 páginas, de las cuales 34 son un epílogo de Henry James.
Qué difícil es a veces expresar cómo nos sentimos cuando nos enamoramos. Pero qué difícil es, aún más, expresar cómo nos sentimos cuando nos enamoramos por primera vez. Cuando todo es nuevo, cuando no sabes cómo afrontar tus sentimientos, tus miedos, tus inquietudes… Y en el fondo qué parecido es ese sentimiento cada vez que te enamoras de nuevo. Hay sentimientos que no envejecen. Eso es lo que nos narra Turguénev en esta historia. El arranque es de esos de manual, con una proposición de un anfitrión para que sus invitados cuenten cómo fue su primer amor. El del resto de los asistentes no tiene un especial interés, hasta que Vladímir Petróvich cuenta su historia.
Corría el año 1833 y nuestro enamorado tenía tan solo 16 años. Se fue con su familia a pasar el verano en una dacha, una casa de campo rusa. Las primeras semanas las dedicó a dar largos paseos, en los cuales llevaba un libro con él y se pasaba el rato recitando poesía en voz alta.
«La sangre me hervía, y mi corazón se hallaba henchido de anhelos, dulces y absurdos: lo esperaba todo, lo quería todo, y todo me sorprendía, y estaba preparado para cualquier cosa; mi imaginación volaba alrededor y se posaba fugazmente sobre los mismos temas una vez y otra, tales como los vencejos rodeando un campanario al amanecer; me perdía en mis pensamientos, me entristecía e incluso me entregaba al llanto.»
Así transcurría el estío en un estado de felicidad y entusiasmo. Hasta que algo rompió la calma de nuestro joven Vladímir: aparecen unos nuevos vecinos y con ellos la princesa Zasékina, una mujercita de 21 años (no olvidemos que nuestro protagonista tiene tan solo 16 y es un abismo a esas edades). Él se enamorará a primera vista y sufrirá las consecuencias de que ella se dé cuenta de ello. Aunque la descripción que tenemos de Zasékina será la de una mujer un tanto cruel que juega con él y se aprovecha del amor que le profesa, no olvidemos que estamos ante una princesa atractiva en edad casadera con montones de pretendientes: lo raro sería que no fuese una presumida redomada.
A pesar de parecer una historia de amor amable no lo es para nada: Vladímir sufrirá el dolor del desengaño por culpa de alguien muy cercano a él. Pero el encanto de la novela reside en la ternura y la inocencia que el autor logra transmitirnos, como si la historia realmente estuviese contada por un muchacho de 16 años, y sin embargo el autor contaba ya con 42 años cuanto la escribió. Y es que existe la sospecha que hay una parte de autobiografía en la novela. Los sentimientos están a flor de piel, viviremos de primera mano la indecisión, el miedo, la osadía, la paciencia de nuestro protagonista. Y descubriremos cómo no han cambiado tanto los tiempos en algo tan ancestral como el amor.
Turguénev es conocido sobre todo por su recopilación de relatos Memorias de un cazador (1852) o su novela Padres e hijos (1862), en las que muestra sin medias tintas el sistema aún feudal que poblaba todos los rincones de Rusia. El contenido de sus obras fue considerado de escandaloso por la sinceridad de lo que relataba, y el autor se ganó la enemistad de las autoridades rusas por ellos. Primer amor es más comedida en cuanto a crítica, pero es una buena forma de acercarse a la prosa de uno de los grandes autores de la literatura rusa.
Título: Primer amor (Первая Любовь)
Autor: Iván Turguénev.
Traductor: James y Marian Womack.
Editorial: Nevsky Prospects (2015)
Año de publicación: 1860.
ISBN: 9788493824662
Páginas: 160
Precio: 16€
Ficha del libro en Nevsky Prospects: http://edicionesnevsky.com/collections/catalogo-a-z/products/primer-amor-1
Pues pinta bien, como dices, para acercarse a este autor. Lo tendré en cuenta.Besotes!!!
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Se ve que lo disfrutaste mucho, si algún día lo veo no lo dudaré.Gracias por tu opinión 🙂
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Hace varios meses adquirí, en una librería de viejo, " Humo " de Turguénev, aunque lo cierto es que aun tendrá que esperar, además, ya llega el tiempo cálido y a mi me apetece leer a los autores rusos en lo más crudo del invierno, como si en los días fríos y grises pudiese percibir, en mayor profundidad, esa angustia existencial que tan maravillosamente reflejan Dostoievski, Turguénev, Tolstoi y compañía. Si, lo sé, manías de lector. Buen blog. Saludos.
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Tengo exactamente el mismo libro en mi estantería desde quien sabe cuando. Le daré una oportunidad, sólo esperaré una tarde lluviosa.Saludos!
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