Extrañas lealtades, de William McIlvanney (1991)

 

Tiene que proporcionar una sensación muy extraña ver que 20 años después de la publicación de un libro todo el mundo empiece a hablar de él. Eso es un poco lo que le ha pasado a William McIlvanney, al que muchos conocían pero al que pocos habían leído. Un escritor de esos de catálogo, de manual, padre del Tartan Noir (término que por cierto no le gusta nada), de esos que fuera de las fronteras de Escocia conocen 4 frikis. Y lo pude comprobar cuando le pedí que me firmase las tres novelas que llevé a Getafe, me miraba extrañado, que alguien tan joven hubiera buscado sus novelas y se hubiera tomado la molestia de ir a escucharle y a hablar con él.

 

Hasta el momento, las obras del detective Laidlaw han sido una trilogía. Esta última se publicó en 1991, y desde entonces Laidlaw desapareció de nuestras vidas. Gracias a las reediciones que se están haciendo y a este éxito repentino, nos contaba el otro día que lleva la mitad escrita de una precuela de la trilogía, y que luego quería hacer una entrega más. Espero que su edad no se lo impida, porque 77 años ya tienen que pesar.

 

Acerca de Extrañas lealtades solo puedo decir que cada entrega ha sido mejor que la anterior. Si las otras las recomendaba, esta es sublime. Se la recomendaría a cualquier tipo de lector, de negra o de no negra, porque la historia y la prosa son tan poéticas que la investigación policial es tan solo una excusa argumental para mostrarnos todo el poder de su pluma.

 

«Cuando el amor empieza a irse, uno de los sitios por los que sale es por la boca. Palabras que están infinitamente cargadas de la necesidad de compartirlo todo se hacen tan crípticas como un intercambio entre centinelas que vigilan fronteras cerradas.»

 

Scott Laidlaw, el hermano de nuestro protagonista, ha muerto atropellado. Jack no solo no consigue digerirlo, sino que además hay algo que le huele mal. Su sexto sentido le dice que hay algo detrás, que no fue un accidente, que algo le llevó a arrojarse a ese coche. Para ello, Jack regresará a su ciudad natal para hacer un recorrido sentimental por la vida de su hermano. Hablar con sus amigos, entender el contexto de su vida, reconstruir sus últimos días.

 

Como nos sucedería a todos en estos casos, Laidlaw comienza a descubrir muchas cosas que desconocía de Scott. Nuestras vidas son más anónimas de lo que nos creemos, ni siquiera quien comparte cama con nosotros conoce todos los entresijos de nuestra vida, de nuestra forma de pensar, de nuestra forma de vivir.

 

Mientras tanto, la vida de Jack se derrumba. Ya está oficialmente separado de su mujer y distanciado de su hijos. Pero esta tragedia familiar le afectará a su relación con su amante actual, Jan. Él no es capaz de frenar su impulso investigador y ella no puede comprender que anteponga eso a todo lo demás.

 

«Sé que fue un accidente, Jan. ¿Pero dónde empezó el accidente? Eso es lo que quiero saber. ¿En medio de la carretera? ¿En el bordillo? ¿En el bar antes de que saliera? ¿En el hecho de que bebiera demasiado? ¿Cuándo empezó el accidente? ¿Y por qué? ¿Cuándo perdió el norte la vida de mi hermano para que pudiera vagar  sin objetivo durante varios años hasta que fue a tropezar con un coche? ¿Por qué? ¿Por qué se perdió hasta que le encontramos tirado delante de aquel coche? Quiero saber, Jan. ¿Por qué los mejores nos echamos a perder mientras los peores prosperan? Quiero saber.»

 

Una novela narrada en primera persona, para darle aún más carácter, para ver la vida con los ojos de Laidlaw. Como decía al principio, la trama es una excusa para colmar las páginas de frases soberbias, de filosofía y de dolor. Aunque por un lado es una novela perfecta para cerrar la trilogía, por otro es peor por el nivel de intimidad al
que llegas con el personaje. Y resulta doloroso pensar que quizá no le vuelvas a leer más. La cara y la cruz de las series de detectives.

 

Son muchos los que consideran que el final de esta novela es de los mejores que se han escrito nunca, así que según la vayáis leyendo encima sabréis que el final no os va a desilusionar. Estoy convencida de ello.

 

Serie Negra está recuperando esta serie, así que en algunos meses seguramente podáis encontrarlo en todas las librerías. De momento, no queda otra que tirar de librerías de viejo y de segunda mano.

 

*No soy partidaria de leer las sinopsis de las contraportadas, y la de este libro la he leído al hacer la reseña. Resulta curioso comprobar que está incorrecta y que confunde personajes en apenas 14 líneas. Debería ser obligatorio que quien escribe estos textos se lea primero las novelas.

 

 

Otras reseñas de la serie Laidlaw:
Laidlaw.
Los papeles de Tony Veitch.

 

Título: Extrañas lealtades (Strange Loyalties)
Autor: William McIlvanney.
Traductor: José Manuel Álvarez Flórez.
Editorial:  Península (1997)
Año de publicación: 1991.
ISBN: 9788483070307
Páginas: 325

10 Comentarios Agrega el tuyo

  1. jiescribano dice:

    Debería ser obligatorio que quien escribe estos textos se lea primero las novelas. Nada más cierto

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    1. Marta Marne dice:

      Es que comentan en la contraportada que el hermano de Jack es otro, no Scott. Y me parece un "pelín" grave.

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  2. Ginger dice:

    No conocía a este autor pero me ha picado la curiosidad. Buscaré sus libros.Besos!

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    1. Marta Marne dice:

      Ginger, pues tengo los tres reseñados en el blog. Anímate, merece la pena.

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  3. Esther dice:

    ¡Lo quiero! Todas tus reseñas me convencen, pero es que además siento predilección por la novela negra (además de las de fantasía y alguna que otra de romance paranormal) y no tenía no idea de la existencia de esta trilogía. Aunque, el caso es que el título me suena. En fin, muchas gracias,Esther.

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    1. Marta Marne dice:

      Me has dejado muerta con lo del romance paranormal. Mecachis, vaya género rebuscado XD. Por lo menos la primera la encontrarás sin problema. Las otras, siempre puedes esperar a que las reedite RBA.

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  4. Margari dice:

    Un autor al que voy a tener que buscar bien prontito, y si puede ser con este libro, que me dejas con ganas.Besotes!!!

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