Te quiero porque me das de comer, de David Llorente

 

¿Qué me diríais si os recomendase una novela negra que en la décima línea de la primera página nos da la receta de la ensalada danesa? Probablemente no entenderíais nada y me diríais que he leído demasiado al sol. Os hablo de Te quiero porque me das de comer, el último lanzamiento de los chicos de Alrevés. Una novela con un formato único y completamente novedoso.

 

Carabanchel, año 1993. Eso os lo cuento yo, pero en el texto, en ningún sitio te indica el año en el que comienza la trama. Pero lo que sí te cita, textualmente, es la Cronología constitucional de la página web del Congreso. Si no me creéis, podéis buscarlo y comparar. Punto número uno: busca fórmulas novedosas para ubicarte en el tiempo y en el espacio.

 

Max Luminaria, un brillante estudiante, que acabará estudiando medicina, es el Asesino de la Moneda, un asesino en serie inteligente y muy precavido. Punto número dos: tenemos a un asesino en serie, con una marca distintiva, y con conocimientos de medicina. Será el leitmotiv de la novela.

 

Los personajes se agolpan página tras página, saliendo y entrando de la trama, contándonos sus historias de forma simultánea, que no continuada. Ojo, simultaneidad de sucesos. Para colmo, cada uno de ellos aparece citado y mencionado con nombre y apellido. Punto número tres: son los personajes los que componen el tapiz que es esta historia, aportándonos la forma de vida y de pensamiento de los habitantes de Carabanchel en esos años.

 

Y podría seguir enumerando puntos durante un buen tramo más, pero esto sería eterno. Te quiero porque me das de comer tiene una fórmula narrativa que yo no había visto nunca. No solo se salta todas las normas de puntuación y de organización de un texto escrito, con diálogos novelados, sin saltos que te ayuden a discernir qué te está contando, sin puntos y aparte; sino que además, consigue que no te pierdas. Yo soy especialmente torpe en las novelas corales, me cuesta distinguir entre un personaje y el siguiente. Pero con esta novela no me he perdido una sola vez.

 

Cuando comienzas a leerla, no entiendes nada. Piensas si será una broma o de qué narices va todo esto. He de reconocer que me reí en varias ocasiones, pero con esa típica risa nerviosa, de ver que estás ante algo grande, ante algo que nunca habías visto, y que no sabes a dónde te llevará. Cuando me hablaron de la novela, inmediatamente recordé Diario de un mal año, de Coetzee, donde tres historias son contadas a la vez, para leer de manera conjunta o independiente. Pero este libro no te da opción. Tan pronto tienes información de la humedad relativa del aire en Madrid, como de una profesora de secundaria adicta al sado. Es una de esas novelas que creo que sería imposible leer en diagonal, porque las tramas se intercalan y las acciones se superponen.

 

Creo que es una novela muy arriesgada. Así como a mí me ha encantado, y he disfrutado con ella una barbaridad, sé que no es para todo el mundo. Primero, porque tiene tramos duros y explícitos, sin medias tintas ni paños calientes. Y segundo, porque mucha gente nada más leer la primera página sentirá que es una tomadura de pelo. Yo creo que el autor se ha arriesgado y ha ganado, que ha logrado una novela distinta, fuera de todo tipo de moldes y etiquetas, con un estilo diferente, una estructura diferente y una narración diferente.

 

Y sí, es lo que todos los que la hemos leído decimos: es diferente. Diferente, porque es el texto más plano que he leído en mi vida. Es dificilísimo no aportar un tono a la narración, no darle un cariz, no dotarlo de sentimiento. Ese trabajo queda por completo para el lector. Y es una labor sublime. Creo que el ejemplo que doy al principio de la receta de la ensalada danesa, sintetiza lo que quiero explicar: en una receta no hay sentimiento, no hay emoción, es simplemente la enumeración de una serie de pasos que debes dar para conseguir un objetivo. Te quiero porque me das de comer, es así: una enumeración de sucesos, de acciones, de pensamientos, de sentimientos, pero sin poner ni un ápice de emoción al texto. Y sin embargo, te transmite algo. Te transmite mucho. Quizá es una novela única en ese aspecto, dejando que sean las emociones del receptor las que colmen de significado el texto del libro, haciendo que cada lectura de cada lector, más que en ningún otro libro, sea total y absolutamente única.

 

Es realmente complicado explicar cómo funciona esta novela. Sólo sé que para mí ha funcionado, que está colmada de reflexiones increíbles, que es un libro perfecto para subrayar y remarcar todo aquello que nos ha marcado a nosotros. Es un libro que tardará mucho, mucho, en desprenderse de mi retina.

 

 

Título: Te quiero porque me das de comer.
Autor: David Llorente
Editorial: Alrevés.
ISBN: 9788415900528
Páginas: 320
Precio: 18€

13 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Cartafol dice:

    Yo estoy leyéndolo,es muy original 🙂

    Me gusta

  2. Tiene una pinta estupenda. Creo que al final me lanzaré, porque me llama y me parece original.Un besito.

    Me gusta

  3. Halcombe dice:

    Me gustan las novelas arriesgadas y de este estoy empezando a leer opiniones muy positivas. Me lo apunto. ¡Me gusta tu reseña! Besos.

    Me gusta

  4. Tizire dice:

    Lo que dices me desconcierta a la par que me atrae, así que no lo rechazaré si me lo encuentro en el camino… 1beso!

    Me gusta

  5. Me apetece mucho, mucho. Tiene una pinta maravillosa 🙂

    Me gusta

  6. Trescatorce dice:

    Por un ladoy me llama la atención lo novedoso de la novela, pero por otro no me aptece ahora mismo novela negra… No lo descarto para un futuro…¡Besotes!

    Me gusta

  7. LAKY dice:

    A mi también me parece que es una apuesta arriesgada pero en mi caso ha funcionado: me ha encantadoBesos

    Me gusta

  8. Margari dice:

    Segunda reseña positiva del día. Voy a tener que leer este libro…Besotes!!!

    Me gusta

  9. Hola.Es interesante cómo el lector puede ver algunos aspectos de la novela mucho más rápido que el autor. A mí me costó entender por qué los diferentes tipos de texto enriquecían la narración principal y por qué unos textos (añadidos) funcionaban muy bien y otros no. Obviamente la respuesta la das tú en tu reseña: la narración plana del narrador se nutre de esos tipos de texto que (por definición) excluyen los sentimientos del narrador: recetas, noticias, listas, prospectos… Eso genera una sensación de objetividad, de verosimilitud, de tira cinematográfica. Y la emoción (como tú apuntas) pasa del emisor al receptor, haciendo (así) que el lector se involucre mucho más en la novela.En fin. Muchas gracias por la reseña. He aprendido.Un abrazo.David Llorente

    Me gusta

  10. Qué curioso! Me lo apunto, gracias por la reseñaUn abrazo!

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s